Nada de lo que hacemos o decimos se pierde en el vacío. El aire está lleno del pensamiento de todos. Almafuerte. (1854-1917)

domingo, 19 de junio de 2011

Cádiz desde el mar...

La claridad del día, la frescura del ambiente, la belleza del mar, que fuera de la bahía parecía agitarse con gentil alborozo a la aproximación de la flota, formaban el más imponente cuadro que pueda imaginarse.
Cádiz, en tanto, como un panorama giratorio, se escorzaba a nuestra vista, presentándonos sucesivamente las distintas facetas de su vasto circuito. El sol, encendiendo los vidrios de sus mil miradores, salpicaba la ciudad con polvos de oro, y su blanca mole se destacaba tan limpia y pura sobre las aguas, que parecía haber sido creada en aquel momento, o sacada del mar, como la fantástica ciudad de San Jenaro (uno de los patrones de Cádiz). Vi el desarrollo de la muralla desde el muelle hasta el castillo de Santa Catalina; reconocí el baluarte del Bonete, el baluarte del Orejón, la Caleta, y me llené de orgullo considerando de dónde había salido y dónde estaba.

(Salida de la flota española hacia Trafalgar. Fragmento del libro de B. Pérez Galdós.)

domingo, 5 de junio de 2011

La muerte del Maestro

Estas entradas taurinas no suponen que esté a favor ni en contra de la fiesta de los toros, simplemente quiero hacer ver la riqueza cultural que supone al ser inspiración de grandes artistas, entre ellos José Villegas, un pintor costumbrista que obtuvo un gran éxito con su obra, en particular con esta que a continuación veremos. La he elegido porque tiene su historia y conocerla es una forma para que disfrutemos un poco más con el arte.
Todo comenzó cuando Villegas fue invitado a presenciar una corrida de toros a beneficio del “Tato” en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Como número uno del cartel figura el torero cordobés Manuel Fuentes “Bocanegra” que en su primer toro es cogido de gravedad y trasladado a la enfermería, donde acude pintor. Villegas impresionado, realiza una serie de boceto para los que posan importantes figuras del toreo, entre ellos “Lagartijo”. Estos bocetos servirían de antesala para el cuadro que él llamaba “El Grande”, y fueron la base para “La muerte del maestro”. En 1893 presenta el cuadro en Roma, realizando un recorrido por diversos puntos de Europa. A pesar del éxito, el pintor se vio inducido a modificar la obra en su composición, colorido, iluminación e incluso tamaño. -Estas modificaciones se conocen gracias a la documentación gráfica y al estudio radiográfico al que se sometió para su restauración-.
El cuadro fue pintado entre 1893-1910 y vendido por 100.000 francos a un estadounidense llamado Mr. Rogers que lo donó al Museo de Búfalo a cambio de ser nombrado miembro a perpetuidad, de dicha Institución. Desde este año permanece en el museo siendo imparable su deterioro, hasta que en 1982 es trasladado a un almacén desprovisto de su bastidor y enrollado el lienzo. Un año más tarde el Museo se desprende de él, y aparece en 1987 en la “Galería Sammer” de Madrid y finalmente en la Feria de Anticuarios. En el 89 participa en la Exposición Pintores Andaluces de la Escuela de Roma en cuyo catálogo figura como propiedad de un particular y en el 92 el cuadro es subastado por la Galería Christi´e de Londres y adquirido por anticuarios andaluces que lo ofertan a la Junta de Andalucía para su depósito en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Finalmente en 1999, el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) inicia una restauración que termina en el 2001.
Cuando el taller de restauración recibe el lienzo, el deterioro es alarmante. Enrollado en un rulo y cubierto con papel sin bastidor, debido a sus grandes dimensiones (3.27x 5.00 m.). El lienzo presentaba grietas y fisuras ocultas por los parches. Había deformaciones en la zona superior e inferior en formas de olas debido al mal tensado del lienzo y por llevar mucho tiempo enrollado. Debido a esto, había manchas de humedad equidistantes de mayor a menor tamaño producidas por filtraciones mientras la obra estuvo enrollada.
El barniz de la obra estaba oxidado y produce alteraciones cromáticas en casi toda la superficie, por lo que no se puede apreciar el color original de la obra. Se detectan además superposiciones de película pictórica debido a que el pintor la modificó en ocasiones, cambiando algunos personajes, el fondo y el tamaño. Todo el cuadro presentaba acumulación de polvo y suciedad generalizada.
Se realizan diversos estudios para cerciorarse del estado de la obra y se procede a una desinsectación preventiva así como al diseño de un nuevo bastidor de madera de pino de Flandes eliminando los bordes de refuerzo que provocaban deformaciones en el soporte. Así se pudo comprobar que los bordes tenían pintura original apreciando distintos tonos de color y líneas de composición diferentes a las actuales. Por el reverso se reentela con el pegamento adecuado. Una vez terminada esta labor se colocó en vertical para proceder con las técnicas de restauración.
El lienzo presentaba algunas restauraciones anteriores que deben ser eliminadas, al sobrepasar el nivel del original. Las lagunas son rellenadas minuciosamente y siempre respetando la pintura autentica.
Finalmente se puede apreciar la composición definitiva que el autor pretendió: el torero Bocanegra -momentos después de ser cogido por el toro- en la Capilla de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Sevilla. En la zona izquierda se puede ver al maestro agonizante, tumbado en una cama recibiendo los Santos Sacramentos por parte de un sacerdote y rodeado por su cuadrilla en la parte derecha del lienzo.
Villegas tarda unos veinte años en culminar la obra y se aprecia la evolución de su estilo logrando efectos lumínicos, colores vibrantes y una pincelada más densa. Hace un mayor uso del clarooscuro que aporta gravedad a la escena. La estética preciosista conforma detalles ricos los trajes y accesorios, así como en el capote de paseo que cubre al torero.
Los cambios que el autor hace se conocen por fotografías que dedica a la Infanta Isabel y por su aparición en distintas revistas, además del estudio radiológico final.
En el cambio, sustituye una reja del fondo, por una ventana a la derecha y unas cortinas. El altar es cambiado por un retablo con una imagen de la Virgen, desapareciendo un grupo de figuras. En resumen, procura otro aspecto más íntimo y dramático. En cuanto al tamaño del lienzo pasa 330x 630 a 327.8x 500.
Podemos contemplarlo en la Sala XIII del Museo de Bellas Artes de Sevilla. El cuadro está situado de una forma estratégica para poder observar la profundidad de la obra, a mi parecer, igualable a Las Meninas –salvando las distancias, por supuesto.-