Nada de lo que hacemos o decimos se pierde en el vacío. El aire está lleno del pensamiento de todos. Almafuerte. (1854-1917)

sábado, 23 de marzo de 2013

La última morada

Una de las actividades para un curso virtual que estoy realizando sobre Renacimiento y Barroco,  era idear un relato histórico sobre Felipe II y la construcción de El Escorial. Debía tener mil caracteres y yo leí mil palabras, con lo cual el trabajo quedó hecho y solo pude enviar parte de él, muy resumido como es lógico.
No me resigno a dejarlo en el olvido y aquí os lo muestro:

La última morada.
Para garantizar mis dominios he de vigilar la pureza de la fe.  Construiré un majestuoso edificio, creado para alabar a Dios no para satisface la soberbia del hombre y donde mi padre Carlos V, reposará definitivamente.
-Ya te dije hijo mío, que mi última morada era tu decisión.
Por esto escogeré a los mejores arquitectos, pediré proyectos a los más capacitados, a la Escuela de Florencia, a Miguel Ángel… Me inspiraré en las mejores obras creadas en Italia hasta la fecha. La mía llevará la inspiración divina. Será una emanación de mi carácter.  Será modelo y ejemplo para la posteridad.
Para elegir el lugar convoqué una comisión formada por sabios, filósofos, arquitectos y canteros que determinaron el mejor lugar para su ubicación, conforme a la doctrina de Vitrubio: sanidad, aire y agua abundante.
-Majestad el Concilio de Trento…
Mi obra se ajustará a las normas eclesiásticas y a las innovaciones de la arquitectura. No requeriré a maestros, ni canteros, ni gremios, bastantes problemas organizativos nos proporcionaron durante  las obras del Alcázar toledano.
Esta vez quiero un arquitecto y yo. Un arquitecto humanista con conocimientos en geometría, en álgebra. Un matemático que deduzca la proporción y el equilibrio. La visión del monasterio no será perturbada por ornamento inútil, ¡Que la belleza sea total! Ni Diego de Siloe, ni Covarrubias, solo Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera pueden responden a mi requerimiento, han respirado  los innovadores aires italianos, son arquitectos ingenieros y matemáticos. Tendrán en cuenta las normas de Trento y sabrán satisfacer a todos, buscando las mejores soluciones. Yo también aportaré mis conocimientos, producto de largos años de estudio concienzudo, consultando la Arquitectura Sebastian Serlio, traducido y dedicado a mi persona por Villapado. Quiero ventanas como una vez fueron construidas en las famosas termas romanas, tomaré inspiración en Palladio para diseñar la portada. Los techos de pizarra al estilo Flandes,  los cimborrios, las torres...

¡Comencemos las obras! 
Los indicios astrológicos favorecen el día de San Bernardo, 20 de Agosto como fecha propicia para  colocación de la primera piedra. Se le tallará una cruz roja y será colocada cerca de las reliquias de San Jerónimo. Veintiún años después, el 13 de septiembre de 84 colocamos la última piedra en una cornisa de este Patio de los Reyes, señalada con una cruz pequeña.
Fue la última piedra labrada por los canteros al pié de la propia cantera, yo mismo fui a comprobar si el cambio era efectivo. Las grúas creadas por Herrera me impresionaron, me alegré íntimamente de mi acierto al elegir un hombre tan capaz. Una vez repartidas las tareas, se comienza a trabajar por el eje central, una cuadrilla para cada lado. La competencia entre ellos se traducía en mayor rendimiento.
Pero 1577 será un año aciago: un mal día los canteros se amotinan. El 21 de julio cae un rayo sobre la torre de la Botica y el 9 de noviembre aparece un cometa sobre el monte de San Benito, eran signos demoníacos que consiguieron crean una leyenda negra alrededor del Monasterio.
El destino me da un respiro y en  1578 nace mi heredero al trono, por ello doy gracias Dios.
Pero la  mala estrella no deja de sitiarme,  las fisuras de los dos pilares torales del norte hacen que el cimborrio no cubra el espacio previsto. ¿Será un castigo del Divino? Ordenaré misas y novenas para evitar su derrumbe.

¡Dios me escuchó!
En 1582 colocamos la cruz en la aguja del cimborrio, milagrosamente salvado. Este feliz día se adereza con la incorporación de Portugal y sus Colonias a la Corona de Castilla.  Habrá procesiones y Acción de Gracias. ¡Loado sea Dios!
Un año después colocamos la estatua de San Lorenzo. Monegro trabajó sobre ella, respetando todas mis decisiones. Por fin en pocos meses más, podremos quitar los andamios y las cimbras, embellecer los muros y los artesonados. Buscaremos  mármoles blancos de la Sierra de los Filabres y negros de Las Navas para enlosar el pavimento, vendrán artistas italianos a decorar con sus pinturas, Zúccaro, Tobaldi,  el Greco…
-No, El Greco no.
Cierto, su mensaje no es claro. Las normas contrarreformistas no lo permiten pero su obra permanecerá a mi lado. Por esas normas tuvimos que modificar el proyecto. Nos pedían doblar a cien el número de monjes jerónimos, nos pedían una biblioteca, un seminario, colegios…Nos pidieron demasiado, pero había que dar respuesta a Trento para seguir siendo cabeza de león. Con estas modificaciones El Escorial se convirtió en el núcleo de la Contrarreforma, nada menos.
Aquí rodeado por mi familia perpetuamente, sigo meditando a cerca de los aconteceres  pasados. Esta Basílica, ocupa el centro del edificio, el corazón desde donde se irradia la luz y la vida. Nada funciona sin corazón, yo también lo tuve oculto tras un vestido negro, y aún bajo esta piedra tallada por Leoni late un corazón que emulando a Justiniano cuando contempló su Santa Sofía: grita a viva voz: ¡Salomón te he vencido!





lunes, 4 de marzo de 2013

¿Cómo nos han visto?.



Castillo de Gaucin.  Pérez de Villaamil 1849. 
Los viajeros que visitaron Andalucía en las distintas épocas generaron  un conjunto de mitos y tópicos sobre nuestra tierra y sus habitantes, sobre su paisaje. La creación de estas mitificaciones están motivadas por las ideas preexistentes que estos viajeros albergaban, y la realidad que encuentran en Andalucía. Así podemos explicar las interpretaciones a cerca de los habitantes, de la distribución de riquezas, de los paisajes y la selección de imágenes que con el tiempo se cargan de simbología.
Estrabón (63a.C.- 24 d. C.) escribió en Libro III, 2, 15. "Tienen los tourdetanoi, además de una tierra rica, costumbres dulces y cultivadas[1]  
“Las orillas del Baítis son las más pobladas; el río puede remontarse navegando hasta una distancia aproximada de 1200 estadios, desde el mar hasta Kórdyba, e incluso hasta algo más arriba. Las tierras están cultivadas con gran esmero, tanto las ribereñas como las de sus breves islas. Además, para recreo de la vista, la región presenta arboledas y plantaciones de todas clases admirablemente cuidadas. Hasta Hípalis, lo que supone cerca de quinientos estadios pueden subir navíos de gran tamaño;” (…) La Tourdetanía es maravillosamente fértil; tiene toda clase de frutos y muy abundantes; la exportación duplica estos bienes, porque los frutos sobrantes se venden con facilidad a los numerosos barcos de comercio.”[2]
Al Idrisi (S. XII) dice que Almería se destaca por su riqueza y ubicación para mostrar “una ciudad de considerable actividad industrial (...). El valle cercano produce gran cantidad de frutos (...) La ciudad está edificada sobre dos colinas separadas por un barranco habitado. En la primera de estas colinas está la Alcazaba, famosa por su imponente fortificación”. [3]
Navajero (1525) resalta la fertilidad y belleza de unas tierras sevillanas llenas de naranjos, limoneros y cidros y de todas clases de frutas delicadísimas, debido todo lo más a la naturaleza que al arte, porque la gente es tal que pone en esto poquísimo cuidado”. [4]
Posteriormente en la Ilustración, el paisaje interesa “como el resultado más o menos afortunado de la intervención del hombre[5] Los parámetros han cambiado, las ideas también. Los viajeros románticos traen las suyas y bajo ese filtro nos contemplan: unos critican el abandono de la agricultura a finales del siglo  XVIII y su reflejo en un paisaje de desoladas “colinas que ya no tienen otro adorno que las plantas con las que la naturaleza las adorna (Francisco Peyron, 1772-1773: 286).[6]
Borrow, George. (1803-1881) opina sobre: “Los andaluces son indolentes y superficiales, aficionados al baile y al cante y a las diversiones sensuales. Viven bajo el sol más espléndido y el cielo más benigno de Europa y su país es de natural rico y fértil, a pesar de lo cual no hay provincia en España donde haya más mendicidad y miseria, puesto que la mayor parte de la tierra está sin cultivar y no produce más que espinos y maleza, lo que no deja de ser un símbolo sorprendente del estado moral de sus habitantes.”[7](…) “Son inclinados a lo obsceno y a lo que llaman picardías. Entre ellos, la cultura es una tacha terrible.”
Otros visitantes se preocupan por la belleza de “esa región –tan digna de la curiosidad del viajero- en que la naturaleza se muestra a la vez tan risueña como imponente, en que admiramos los paisajes más pintorescos: altas montañas cuyas cimas coronan eternas nieves; valles fecundos donde reina un frescor que ni los ardores caniculares consiguen alterar; torrentes de cristalinas aguas que se precipitan con estruendo de lo alto de las rocas y fertilizan los campos sin inundarlos casi nunca.” (Barón de Bourgoing, 1777-1795).
Poco a poco Andalucía, empieza a convertirse en un destino de moda y en el siglo XIX llegan los viajeros románticos con una nueva mirada. Se producirá una reinvención del paisaje con una serie de valores tópicos, como una tierra mágica y exótica, muy del gusto romántico. Se busca en Andalucía el ideal de paisaje mediterráneo. “Buscan una realidad previamente soñada y por ello, cuando lo que contemplan no responde a la medida de lo imaginado, se decepcionan. [8] Así, elaboran un mapa fragmentario guiados por la admiración y la crítica, creando una imagen de Andalucía que a su vez atrajo a más viajeros.
Ya en el siglo XX la moda del turismo favorece la lectura tópica creando paisajes irreales. Desde el sol y playa hasta una Andalucía exótica de influencia oriental, culta y con lugares únicos. 
La forma de vernos los viajeros quizás haya cambiado...o no. Pero...¿Cómo nos vemos nosotros?


FUENTES:


[3] AL-IDRISI (Dozy Nuzhat al-mushta, (edición de R. Dozy y M. J. De Goeje, 1968),
[4] NAVAJERO, A. (1525-1528) “Viaje por España del mágnífico Micer Andrés Navagero...
[5] (Freixa, 1999).
[6] PEYRON, J. F. “Nuevo viaje en España hecho en 1772 y 1773” 
[7] Así nos han visto. Crónica de viajeros por Andalucía. Biblioteca Infanta Elena. Sevilla.