Nada de lo que hacemos o decimos se pierde en el vacío. El aire está lleno del pensamiento de todos. Almafuerte. (1854-1917)

jueves, 11 de julio de 2013

Sobre las Humanidades

Los estudios de  Humanidades no están de moda. Sin embargo este sistema democrático se vendría abajo si no existieran mentes críticas con el sistema, según dice la filosofa Marta Nausbaum en este artículo: Sin Humanidades el pensamiento crítico desaparece.
Son las Humanidades las que educan en este sentido.  Sin embargo los recelos existentes hacia estas disciplinas ya comenzaron durante la creación de los Estados liberales capitalistas, que actuaban en su propio beneficio.
Intentaré hacer un breve resumen de la situación que las Humanidades, (  Ciencias del Espíritu o  Artes liberales) han sufrido a lo largo de la historia reciente:

En el siglo XIX había cierto empeño en diferenciar las Ciencias del Espíritu de las Ciencias de la Naturaleza pero sin llegar a excluirlas ya que la Ciencia durante los siglos XVI-XVIII, había adquirido un gran prestigio y el creciente problema social requerían de unas Ciencias Sociales.
El estudio de las Ciencias y su perfeccionamiento empírico-matemático condujo hacia un control inimaginable, hasta entonces, de la naturaleza. Una explotación de los recursos naturales que iría en beneficio de la humanidad, eliminando las desigualdades. Esta distribución estaría garantizada por los Estados liberales democráticos que se estaban creando en Europa y América. Pero ocurrió que bajo esta apariencia benefactora 

“…se escondía una alianza entre ciencia, nacionalismo y desarrollo económico de las élites comerciales, esto es, la perversa articulación ciencia-capitalismo, amparada por un Estado  que más que proteger a la población lo hacía con los intereses de las grandes familias. De este aspecto dan cuenta los colonialismos o el desarrollo industrial con la explotación sistemática de recursos y seres humanos.”

En cuanto a las  Ciencias Humanas o Ciencias del Espíritu tenían  gran prestigio desde el Renacimiento. Se ocupaban del patrimonio cultural de la humanidad: escrito, arquitectónico, pictórico, musical y de pensamiento. Sobre todo de la tradición grecolatina, al existir el convencimiento de que fue en esta época cuando el ser humano consiguió el máximo refinamiento intelectual y moral, esto es, humanismo.
Así,  a través de las Humanidades,  las generaciones posteriores podían 

“…conocer, preservar y hacer progresar la humanización, y el grado de civilización moral que habían conseguido alcanzar las generaciones anteriores. Y ese patrimonio fue protegido con la misma emoción que en culturas religiosas se conservaron los textos revelados…”

“Y esa herencia había que preservarla de la mediocridad, la brutalidad, la inmoralidad, la corrupción, el mal gusto, el analfabetismo a los que el hombre parecía verse abocado si se abandonaba dejándose  llevar por la violencia.”

Pero a raíz de los cambios políticos a partir del siglo XVIII muchos de estos valores humanistas fueron recogidos en las Declaraciones de Derechos del Hombre,  asociadas a las constituciones liberales, por tanto estos valores humanistas quedaban, en teoría, garantizados por el Estado. Así, el estudio de las Humanidades quedó para una élite cultural, mientras que la enseñanza  de las ciencias naturales se potenció desde el Estado. Se identificó “progreso con economía, nacionalismo con colonialismo, desarrollo con capitalismo.”

          Interesaba hacer del ciudadano un proletario de base más que un intelectual crítico.

Sin embargo durante la mitad del siglo XX el Humanismo volvió a resurgir como depuradora de las ideas nazis, totalitarias y de dominación que justificaban la explotación de recursos y del ser humano en pro de la civilización y el progreso.  Por supuesto las Humanidades seguían garantizando la preservación del Patrimonio y de los Valores de la humanidad.

Actualmente aprecio cierto desprestigio entre la juventud ante la consabida falta de salidas laborales, pero si pensamos un poco, llegaremos a la conclusión de que no son las carreras las que tienen salidas, sino el propio ser humano. Por tanto nos deberíamos de procurar una preparación que realmente nos motive y que en un futuro podamos poner en valor esos conocimientos adquiridos no sin gran esfuerzo, para vivir al menos con el privilegio de trabajar en algo que nos apasione.
Por otro lado, también aprecio en otros niveles la tendencia a revalorizar los estudios de Humanidades,  a valorar que tanto las Ciencias como las Letras son necesarias e imprescindibles para la preparación del ser humano. 

Su conocimiento favorece el pensamiento crítico e integrador, ayudan a buscar el sentido de la vida, la libertad y la felicidad. Mejoran “la empatía o la valoración del contexto en la gestión, son muy importantes en la empresa.” Dice la American Academy of Art and Sciences, según el artículo que podéis leer aquí.

El resto de la información procede de un artículo de Cinta Canterla titulado ¿Qué son las Humanidades? de la Revista de Pensamiento e Historia de las Ideas.